¿Alguna vez has sentido un hueco en el pecho que no sabes cómo llenar (o si debes llenarlo o no), que te aprieta y te angustia…? Como si, pese a que todo esté bien aparentemente, dentro de ti faltara algo. Eso que a veces tratamos de evitar con series, redes sociales o incluso relaciones… tiene nombre: vacío emocional.
Y aunque suene un poco duro, es algo que muchas personas experimentan, tanto en pareja como cuando estamos solas. El vacío emocional es una sensación de falta de plenitud o conexión con uno mismo y/o con los demás.
Puede manifestarse de diferentes formas, como a través de una tristeza constante, una insatisfacción con la vida o incluso un deseo de buscar fuera lo que sentimos que nos falta por dentro. No importa cuánto amor nos rodee o lo bien que parezca ir todo; esa sensación persiste. ¿Te resulta familiar? Vamos a arrojar un poco de luz sobre este tema.
El vacío emocional cuando estamos solos y en pareja
Cuando estamos solos, el vacío emocional puede sentirse como un profundo anhelo de compañía o amor, como si alguien más pudiera llenar ese espacio que tenemos dentro. A veces, esta sensación nos lleva a buscar una relación, pensando que con una pareja todo se solucionará. Sin embargo, y aquí viene la parte complicada, cuando entramos en una relación con esa carencia interna, el vacío emocional no desaparece, sino que se disfraza.
En una relación, podemos proyectar nuestras expectativas en nuestra pareja, creyendo que debe cubrir todas nuestras necesidades emocionales. Pero la verdad es que, aunque estemos en pareja, ese vacío sigue ahí. Nos sentimos frustrados o frustradas cuando el otro no puede llenar ese espacio o nos decepcionamos al darnos cuenta de que, a pesar de tener a alguien a nuestro lado, el hueco persiste. Esto es especialmente común si tenemos heridas de apego o un apego inseguro.
Sin embargo, esto no significa que las parejas, o los vínculos en general, no puedan ayudarnos con ese vacío emocional; claro que pueden hacerlo, siempre y cuando no olvidemos trabajar esa parte emocional, interna e íntima, que todos tenemos, y que tiene que ver con la forma en la que nos miramos, hablamos, escuchamos, relacionamos, sentimos…
Las heridas de apego y el vacío emocional: ¿qué relación hay?
El apego es el vínculo que formamos con nuestros cuidadores en la infancia, y ese vínculo influye directamente en cómo nos relacionamos en la adultez. Si crecimos en un entorno donde no se cubrieron nuestras necesidades emocionales de manera consistente, es probable que hayamos desarrollado un apego inseguro. Esto puede manifestarse como una sensación de vacío emocional que, con los años, intentamos llenar de diferentes maneras.
Por ejemplo, si de niñas, o niños, nos sentimos poco valoradas o no recibimos el afecto que necesitábamos, podemos crecer buscando constantemente validación externa. Esto crea una herida de apego que, en la adultez, nos lleva a relaciones donde tratamos de buscar ese amor y atención que nos faltó de pequeñas.
¿El problema? Ninguna pareja podrá llenar ese vacío emocional, porque es algo que tenemos que trabajar desde dentro (aunque luego los vínculos también ‘nutran’ y ‘calmen’ ese vacío, porque también los anhelamos y necesitamos).
Cómo afecta el apego inseguro a nuestras relaciones
Cuando el apego que formamos en nuestra infancia es inseguro, nuestras relaciones adultas suelen estar llenas de incertidumbre y miedo. Este tipo de apego puede manifestarse de varias formas, pero una de las más comunes es la constante búsqueda de aprobación. Si te identificas con esto, es posible que en tus relaciones sientas que siempre necesitas la atención y el cariño de tu pareja para sentirte bien contigo mismo. Esto puede llevar a una sensación constante de insatisfacción, ya que nunca parece ser suficiente.
Por otro lado, si tu estilo de apego es más evitativo, es probable que experimentes el vacío emocional desde una perspectiva diferente: no buscas en el otro esa validación, pero te cuesta conectar profundamente. Puedes sentirte desconectado emocionalmente de tu pareja, algo que genera una sensación de vacío que, aunque no reconoces tan fácilmente, está ahí. La falta de cercanía emocional también es una forma de vacío.
¿Cómo tratar el vacío emocional?
Primero, es importante reconocer que el vacío emocional no lo llenaremos con cosas externas. Ni una nueva relación, ni un ascenso en el trabajo, ni las compras por internet pueden sanar algo que viene desde adentro. Lo principal es aprender a conectarnos con nosotros mismos, trabajar en nuestras heridas de apego y fortalecer nuestra autoestima. Así… ¿Cómo empezar?
- Conectar contigo mismo: Dedicar tiempo a conocerte y entender de dónde proviene ese vacío emocional es clave. Pregúntate: ¿qué me hace sentir así? ¿Estoy buscando en los demás algo que debería encontrar en mí? O, ¿cómo puedo sanar ese vacío a través de mis vínculos?
- Terapia psicológica: Trabajar con una psicoterapeuta, especialmente en temas de apego, te puede ayudar a sanar esas heridas emocionales (como la herida de rechazo o la herida de abandono). Muchas veces el vacío emocional se relaciona con experiencias pasadas que no hemos procesado del todo, y es importante hacerlo para poder avanzar. Recuerda que en Mia disponemos de diferentes modalidades de terapia psicológica.
- Trabajar en tu autoestima: Aprender a valorarte por quien eres, sin depender de la validación externa (o al menos, no siempre), es un paso gigante. Cuando nuestra autoestima está sólida, el vacío emocional tiende a desaparecer, porque empezamos a llenarlo con nuestro propio amor y cuidado.
- Relaciones que nutran: Es importante que, tanto si estás en una relación como si estás solo, trabajes en construir vínculos que sean sanos, donde haya una reciprocidad emocional. Las relaciones que nos ayudan a sanar son aquellas donde nos sentimos vistos y aceptados tal como somos, sin expectativas imposibles de llenar.
No estás solo en esto: los vínculos contigo, el mundo y los demás
El vacío emocional es más común de lo que piensas, y aunque puede ser difícil, también es una oportunidad para crecer. Trabajar en ti mismo, sanar tus heridas de apego y fortalecer tu autoestima son pasos para empezar a sentirte más conectado con tus necesidades y para transformar poco a poco tus relaciones, haciéndolas más sanas y satisfactorias.
Así que tranquilo, porque hay luz al final del túnel. Solo necesitas empezar a buscarla dentro de ti mismo pero también, en aquellas cosas que te nutran de verdad, especialmente en los vínculos (con el mundo, con los demás y contigo mismo).