¿Cómo saber cuál es mi tipo de apego?

El tipo de apego que desarrollamos en la infancia influye en cómo nos relacionamos en la vida adulta. Haz un test de tipo de apego y descubre tu estilo para mejorar tus relaciones.

El apego es uno de esos términos que, cuando lo escuchamos por primera vez, parece una simple palabra más, pero en realidad tiene un profundo impacto en cómo nos relacionamos. El apego que desarrollamos desde la infancia influye en cómo nos vinculamos afectivamente con los demás en la vida adulta, ya sea con nuestra pareja, amigos o incluso en el trabajo. 

¿Te has preguntado alguna vez por qué te comportas de cierta manera en tus relaciones? Quizás te sientes inseguro sin saber muy bien por qué. La respuesta a estas preguntas puede estar en tu estilo de apego. Para descubrirlo, realizar un test tipo de apego puede ser de gran ayuda (quédate hasta el final para saber más).

A lo largo de este artículo, te explicamos de manera clara y cercana qué es el apego (con ejemplos), cómo identificar tu tipo de apego y qué puedes hacer si deseas mejorar la forma en que te relacionas con los demás. 

¿Qué es el apego?

El apego es el vínculo emocional que desarrollamos con las personas significativas en nuestras vidas. Este vínculo empieza a formarse en la infancia, principalmente con nuestros cuidadores (padres, abuelos, etc.), y afecta la forma en que nos relacionamos en la vida adulta. Este patrón de comportamiento emocional puede ser seguro o inseguro, dependiendo de cómo hayamos experimentado el amor, el apoyo y la seguridad en nuestros primeros años.

Aunque los tipos de apego se desarrollan durante la infancia, no significa que la adolescencia o la edad adulta no sigan teniendo un impacto en su desarrollo, aunque sea menor, o que no podamos cambiarlo. Pero para comprenderlo mejor, es imprescindible conocer cuál es tu tipo de apego. Un buen punto de partida para esto es realizar un test para valorar el tipo de apego, el cual te ayudará a comprender tu estilo y cómo afecta a tus relaciones actuales.

Los 4 tipos de apego y su impacto en las relaciones: conocerlos para saber cúal es mi apego

Para saber cuál es tu tipo de apego, lo primero es entender que existen cuatro tipos principales: apego seguro, apego ansioso, apego evitativo y apego desorganizado. A continuación, te los detallamos para que puedas identificarte con uno (o varios) de ellos. Recuerda que, en general, no es que cada persona tenga un único tipo de apego, sino varios de ellos (o características de varios, que predominan).

1. Apego seguro

Las personas con apego seguro han experimentado un entorno donde sus necesidades emocionales y físicas fueron atendidas de manera consistente. Esto genera una base sólida de confianza y seguridad que permite a estas personas construir relaciones sanas y equilibradas en su vida adulta.

Si tienes apego seguro, es probable que te sientas cómodo siendo cercano a los demás, sin miedo al abandono oa que te hagan daño. Tienes una buena capacidad para comunicarte, expresar tus necesidades y, al mismo tiempo, respetar las de los demás. No sientes que necesitas estar constantemente validado por tu pareja o amigos, y disfrutas de la intimidad sin sentirte invadido.

  • Ejemplo: Si discutes con tu pareja, puedes hablarlo tranquilamente, exponiendo cómo te sientes, sin necesidad de dramatizar ni temer que la relación se acabe por ese conflicto.

2. Apego ansioso (o ansioso-ambivalente)

Las personas con apego ansioso suelen haber crecido en un entorno inconsistente. A veces recibían afecto y atención, pero otras veces se sentían desatendidas o abandonadas emocionalmente. Esta imprevisibilidad crea una sensación de inseguridad constante, lo que lleva a un deseo excesivo de proximidad en las relaciones adultas.

Si tienes un estilo de apego ansioso, es probable que experimentes altos niveles de ansiedad en tus relaciones, preocupándote de manera constante por si tu pareja te va a dejar o si realmente te quiere. Necesitas mucha validación externa para sentirte seguro, y puedes ser muy sensible a los cambios en el comportamiento de los demás.

  • Ejemplo: Si tu pareja tarda en responder un mensaje o actúa un poco distante un día, es posible que pienses automáticamente que algo está mal en la relación o que ya no te quiere, generándote ansiedad e inseguridad.

3. Apego evitativo

El apego evitativo se desarrolla en un entorno donde los cuidadores eran emocionalmente distantes o inconsistentes. Los niños que crecen en estos entornos aprenden a no depender de los demás emocionalmente, ya que sus necesidades emocionales no fueron satisfechas de manera adecuada. Como resultado, en la vida adulta, pueden evitar la cercanía o el compromiso emocional.

Si tienes apego evitativo, es probable que te sientas incómodo con la intimidad emocional y que prefieras mantener una distancia emocional en tus relaciones. Puedes ser independiente hasta el punto de evitar depender de los demás, y cuando alguien se acerca demasiado, tiendes a retirarte o a volverte frío.

  • Ejemplo: Si tu pareja quiere hablar sobre los sentimientos o profundizar en la relación, puedes sentirte incómodo o incluso asfixiado, y tiendes a alejarte emocionalmente para protegerte.

4. Apego desorganizado

Este tipo de apego es una combinación del apego ansioso y el evitativo. Suele desarrollarse en entornos donde los cuidadores eran una fuente de miedo o abuso, lo que genera una relación contradictoria con la cercanía emocional. Las personas con apego desorganizado desean intimidad, pero al mismo tiempo temen el rechazo o el abandono, lo que crea un patrón de relaciones caóticas.

Si tienes un apego desorganizado, es probable que experimentes una mezcla de comportamientos contradictorios en tus relaciones. Un día puedes desear estar muy cerca de tu pareja, pero al día siguiente puedes sentir miedo o desconfianza, lo que genera mucha inestabilidad emocional.

  • Ejemplo: En un momento, puedes buscar desesperadamente el afecto de tu pareja, pero luego, cuando lo recibes, puedes sentirte abrumado y alejarte o incluso sabotear la relación.

¿Cómo saber cuál es mi tipo de apego? Hazte estas preguntas

Identificar el tipo de apego no es fácil; recuerda que aquí, lo que más te ayudará es leer sobre el tema y la terapia psicológica. Sea como sea, es útil reflexionar sobre tus patrones de comportamiento en las relaciones para ir acercándote a tu tipo de apego. Pregúntate, por ejemplo:

  • ¿Cómo me suelo vincular en mis relaciones? ¿Me siento seguro en ellas?
  • ¿Qué son las relaciones para mí? ¿Cómo actúo para generar vínculos seguros?
  • ¿Cómo reacciono cuando siento que alguien se está alejando de mí?
  • ¿Me siento cómodo pidiendo ayuda o apoyo emocional?
  • ¿Suelo preocuparme mucho por si los demás me quieren o me valoran?
  • ¿Me resulta difícil abrirme emocionalmente a los demás?

A través de tus respuestas, revisa las características citadas de cada tipo de apego, y valora hacia dónde te llevan. Por otro lado, otra herramienta útil es realizar test especializados en el tipo de apego, disponibles online o con un terapeuta. 

Estos cuestionarios, aunque no son definitivos (lo mejor es pedir ayuda profesional), evalúan tus respuestas emocionales y comportamientos en situaciones de relación, y te ayudarán a identificar cuál es tu estilo predominante.

Test para valorar el tipo de apego: herramientas de Mia

En Mia disponemos de tres test para valorar tu forma de vincularte y otros temas afines, hechos por psicólogas y basado en la teoría del apego y del análisis transaccional y con un alto porcentaje de fiabilidad en el feedback que te vamos a mandar por email si realizas alguno de los test:

¿Puedo cambiar mi tipo de apego?

La buena noticia es que, aunque tu tipo de apego se forma en la infancia, no está escrito en piedra. A lo largo de la vida, podemos trabajar para desarrollar un estilo de apego más seguro, incluso si empezamos con uno inseguro. La terapia, especialmente la terapia centrada en el apego (una psicóloga formada en heridas de apego, como la herida de rechazo, puede ayudarte), puede ser muy positiva para este tipo de trabajo. 

Además, nuestras relaciones también nos pueden ayudar a sanar; mantener relaciones sanas, comunicativas y basadas en el respeto también puede ayudar a mejorar la forma en que te vinculas con los demás.

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