He dejado a mi pareja y me siento mal: cómo superar el dolor

Dejar a tu pareja puede doler tanto como ser dejado. Este artículo te acompaña si has tomado esa difícil decisión, explicando cómo gestionar la culpa, cerrar la etapa con respeto y avanzar sin quedarte atrapado en el pasado. Porque marcharte también puede ser un acto de amor.

Ser el que deja en una relación

Tomar la decisión de dejar a una pareja nunca es fácil. Se suele pensar que quien toma la iniciativa sufre menos, pero la realidad es distinta. Quien deja también carga con el peso de la culpa, la incertidumbre y la tristeza de cerrar una etapa significativa. 

Decir adiós no es un acto de frialdad, sino un duelo silencioso que solo quien lo vive entiende.

A veces, la decisión de romper se toma tras un largo proceso de desgaste psicológico, donde la relación deja de ser un refugio y se convierte en un espacio de desasosiego. Aunque sea la opción correcta, el dolor sigue estando presente. Porque elegir marcharse también es un acto de amor: amor propio y, en muchos casos, amor por el otro, al reconocer que seguir juntos ya no es sano ni justo para ninguno.

Consecuencias de una ruptura en nuestra vida

Terminar una relación trae consigo una oleada de cambios. No solo se deja a una persona, sino también rutinas, planes compartidos y una versión de uno/a mismo/a que existía en ese vínculo. 

El fin de una relación se cuela en cada aspecto del día: en la música que suena diferente, en la risa que falta en ciertas conversaciones, en la rutina que de repente pesa más. 

El cerebro interpreta esta ausencia como una privación y reacciona con una reducción de neurotransmisores asociados al placer y la conexión, dejando un claro vacío emocional cargado de melancolía. 

Pero aunque el dolor sea real, es importante recordar que una relación no solo se sostiene con recuerdos felices, sino con el bienestar que ofrece en su totalidad.

Sentimiento de culpa

Uno de los sentimientos más recurrentes al dejar una relación es la culpa. La mente busca justificarse, intentando calmar la sensación de haber causado daño. Preguntas como “¿Debí haberlo intentado más?”, “¿Y si me equivoqué?” o “¿Pudo haber sido diferente?” aparecen con frecuencia.

Pero la culpa no siempre es una señal de error, sino de humanidad. Significa que te importaba, que valorabas lo que tenías, pero también que reconociste que esa relación ya no era el mejor lugar para ti.

El amor sano no se construye desde la obligación ni desde el sacrificio constante.

Es clave aceptar que una decisión tomada desde la honestidad y el respeto no es egoísmo, sino responsabilidad afectiva. No podemos forzarnos a seguir en un lugar donde ya no somos felices solo para evitar el dolor ajeno.

La importancia de la asertividad

La asertividad es fundamental en cualquier ruptura. Expresar los motivos con claridad y respeto ayuda a que el otro pueda comprender la situación sin generar confusión o falsas esperanzas. 

Un diálogo honesto, aunque doloroso, es siempre mejor que una salida ambigua o llena de silencios.

Ser asertivo no significa ser frío, sino hablar con empatía, sin prolongar innecesariamente el sufrimiento. Frases como “merecemos relaciones donde ambos seamos felices” o “esto no significa que no te valore, sino que no es el mejor camino para ninguno” pueden ser clave para una despedida respetuosa.

Asimismo, la comunicación asertiva también se aplica a uno mismo: reconocer cómo nos sentimos, permitirnos vivir el duelo sin minimizarnos y evitar caer en la trampa de idealizar la relación pasada.

Cerrar una etapa y no dejar puertas abiertas

El proceso de recuperación tras una ruptura es más difícil cuando dejamos puertas entreabiertas. Mantener contacto constante, revisitar recuerdos o buscar señales que indiquen una posible reconciliación solo prolonga el dolor.

Cerrar una etapa no significa olvidar ni invalidar lo vivido, sino aceptar que esa historia ya cumplió su ciclo. Permitirse soltar es un acto de respeto hacia uno mismo y hacia el otro.

Algunas estrategias que pueden ayudarte en este proceso son:

  • Evitar contacto frecuente en las primeras semanas para darle espacio al duelo. Si te ves fuerte, trata de aplicar el contacto cero
  • Enfocar la energía en nuevos proyectos personales.
  • Hablar con personas de confianza para procesar emociones.
  • Practicar actividades que fomenten tu bienestar emocional.

El pasado es un libro cerrado: puedes aprender de él, pero no puedes reescribir sus páginas.

Conclusión

Dejar a alguien no significa dejar de sentir, y superar una ruptura no es un proceso lineal. Habrá momentos de alivio y momentos de duda, pero con el tiempo, el corazón encuentra su equilibrio nuevamente.

Si tomaste la decisión desde la honestidad, confía en que fue lo correcto. Porque amar también es aprender a decir adiós cuando el amor ya no es el lugar donde creces, sino donde te pierdes. 

Y eso, aunque duela, también es parte del camino hacia una vida más plena y sincera.

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