Sentirse bien con uno mismo, cuidarse, tener una visión positiva de quienes somos, tratarse bien… Cuando hablamos de amor propio, nos referimos a un concepto que, aunque se escucha con frecuencia, no siempre sabemos cómo aplicar en nuestra vida diaria. Pero sí sabemos, que la relación que tenemos con nosotros mismos es el cimiento de cómo vivimos y de cómo nos relacionamos con los demás.
Entonces… ¿Qué significa realmente tener amor propio? ¿Cómo se relaciona con la autoestima, y por qué a veces es tan complicado querernos? En este artículo profundizaremos en todo esto, hablando sobre cómo fortalecer el amor propio y comprender su impacto.
¿QUÉ ENCONTRARÁS EN ESTE ARTÍCULO?
¿Cómo se relaciona el amor propio con la autoestima?
¿Qué significa tener amor propio?
¿Cómo trabajar el amor propio?
Sé compasivo contigo mismo: ¿cómo te hablas?
Define tus límites y que éstos sean sanos para ti
Eres importante: dedícate tiempo de calidad
Rodéate de personas que te valoren: escoge bien
¿Por qué es tan difícil quererse a uno mismo?
Quererse de verdad: un reto por el que vale la pena invertir
¿Qué es el amor propio?
A grandes rasgos, podemos decir que el amor propio es el respeto y la valoración que sentimos hacia nosotros mismos. Implica reconocernos como seres dignos, imperfectos pero valiosos, merecedores de cuidado, respeto, amor y compasión. Y qué sucede, que amar a otros puede parecernos natural, pero cuando se trata de nosotros mismos, nos encontramos con una especie de resistencia.
Y es que a veces nos cuesta abrazar nuestras imperfecciones y fallos, y otras tantas nos sometemos a una crítica implacable que deja huellas. El amor propio es, por tanto, mucho más que “quererse”.
Es un compromiso constante con nosotros mismos para cuidarnos, poner los límites que necesitemos, priorizar nuestro bienestar emocional y físico, y no depender de la validación externa (al menos, no siempre) para sentirnos valiosos. Tener amor propio es ser capaces de mirarnos con los mismos ojos compasivos con los que veríamos a alguien a quien amamos con profundidad y honestidad a pesar de sus defectos.
¿Cómo se relaciona el amor propio con la autoestima?
El amor propio y la autoestima son dos conceptos interrelacionados, aunque no son exactamente lo mismo. La autoestima es una evaluación de cuánto nos valoramos y cuánto creemos que valemos en función de nuestras habilidades y logros. El amor propio, en cambio, va más allá de esta valoración; implica aceptar y respetar nuestra esencia más allá de lo que logremos o no.
Es una manera de sostenernos cuando las cosas no van bien, de perdonarnos y de seguir queriéndonos, aunque tengamos días malos. Para desarrollar una autoestima sólida y sana, el amor propio es imprescindible.
La autoestima sin amor propio puede llevarnos a ser muy duros con nosotros mismos cada vez que no alcanzamos nuestros estándares. En cambio, el amor propio nos permite mantener un vínculo afectuoso con nosotros mismos y cuidar nuestro bienestar incluso en momentos de baja autoestima o inseguridad.
¿Qué significa tener amor propio?
Pero, a la hora de la verdad… ¿Qué significa tener amor propio? Aunque es algo sumamente personal, podríamos decir que tener amor propio significa tener una relación sana y compasiva con uno mismo. Es vernos con aceptación, incluso cuando sabemos que somos imperfectos.
Significa escucharnos, respetar nuestros límites y necesidades, y priorizar nuestra paz mental. Tener amor propio es elegir lo que nos hace bien en lugar de lo que los demás esperan, y esto incluye, por ejemplo, aprender a decir “no” sin culpa y a protegernos emocionalmente.
El amor propio también significa no depender exclusivamente de la validación externa para sentirnos bien. Es construir una autovalidación en la que nos afirmemos desde dentro, en la que sepamos lo que valemos sin tener que esperar que otros nos lo recuerden. Este tipo de amor hacia uno mismo no es egoísta ni narcisista; de hecho, es esencial para llevar una vida plena y equilibrada.
¿Cómo trabajar el amor propio?
Cultivar, trabajar y hacer crecer el amor propio requiere algunos ingredientes, como compromiso y práctica. Compartimos contigo algunos trucos y pasos para empezar a hacerlo:
Sé compasivo contigo mismo: ¿cómo te hablas?
Ser compasivo contigo mismo implica hablarte con amabilidad y cierta objetividad; es reconocer que lo estás haciendo lo mejor que puedes y darte permiso para cometer errores. Así, en lugar de recriminarte cuando fallas, piensa en cómo le hablarías a un amigo en esa situación y haz lo mismo contigo. ¿Cómo te sientes al hacerlo?
Define tus límites y que éstos sean sanos para ti
Los límites son una muestra de amor propio porque protegen nuestra paz y nuestra energía. Aprender a decir “no” sin culpa y a priorizar lo que necesitas es importante para poder cultivar una relación sana contigo mismo.
Cuida tu diálogo interno
A veces somos nuestros peores críticos, y eso, en realidad, no es justo. Te animo a observar los pensamientos que tienes sobre ti mismo, y cuando sean negativos, injustos o radicales (suele suceder), trata de reestructurarlos. Si por ejemplo piensas “no soy suficiente”, intenta preguntarte: “¿En qué situaciones me he demostrado capaz y valioso?”
Eres importante: dedícate tiempo de calidad
Dedicarte tiempo es una forma directa de amor propio. Haz actividades que te gusten, disfruta de tu propia compañía y recuerda que no necesitas estar rodeado de gente todo el tiempo o tener la aprobación constante de los demás para sentirte bien (o incluso, ¡para tratarte bien!).
Rodéate de personas que te valoren: escoge bien
Las relaciones sanas son un gran apoyo para el amor propio. Rodearte de personas que te valoren y respeten te ayudará a sentirte apoyado, pero también aprenderás a ver tu propio valor reflejado en cómo los demás te tratan.
¿Por qué es tan difícil quererse a uno mismo?
Quererse a uno mismo parece sencillo, pero en realidad es un proceso complejo. Desde pequeños aprendemos que debemos complacer a otros, cumplir expectativas y recibir validación externa. Además, en muchas culturas se considera que cuidar de uno mismo es egoísta o que amarse demasiado es una señal de vanidad.
Estas creencias limitantes afectan a cómo nos relacionamos con nosotros mismos y pueden hacer que el amor propio parezca un concepto extraño o difícil de alcanzar. También influyen las experiencias de la infancia: si por ejemplo crecimos en un entorno donde el amor y la aprobación dependían de nuestro desempeño, es probable que hoy tengamos dificultades para valorarnos sin una razón externa.
Y, por último, está el miedo a enfrentarnos a nosotros mismos. Mirarnos de cerca, aceptar nuestras debilidades y querernos sin condiciones es un trabajo emocional profundo, y muchos evitan ese proceso porque puede remover inseguridades o abrir heridas de la infancia (que surgen cuando no nos hemos sentido vistos, queridos, valorados…).
Quererse de verdad: un reto por el que vale la pena invertir
El amor propio no es un lujo ni una idea abstracta; es algo tangible, la base de nuestro bienestar y de nuestra paz mental. Aprender a querernos tal como somos, con nuestras fortalezas y nuestras imperfecciones, es un proceso largo y seguramente dura toda la vida, pero vale la pena cada esfuerzo.
Porque solo cuando aprendemos a darnos amor a nosotros mismos, estamos realmente preparados para construir relaciones sanas, cumplir nuestros sueños y vivir una vida auténtica. ¿Te animas a quererte de verdad?