Estoy cansada de discutir con mi pareja: ¿Crisis o ruptura?

Discutir en pareja es normal, pero cuando el conflicto es constante y destructivo, puede ser señal de una crisis o una ruptura inminente. Este artículo te ayuda a identificar cuándo una discusión es parte del proceso y cuándo es momento de replantearte el vínculo desde la conciencia emocional.

Las discusiones, por lo general, son normales en cualquier relación. No obstante, si éstas son constantes, reiterativas y ofensivas podrían estar construyendo el camino hacia una crisis de pareja o una ruptura. 

Es especialmente relevante detectar estas situaciones a tiempo para poder tomar una decisión y labrar el futuro de la relación. 

¿Por qué surgen las discusiones en pareja? 

Los motivos de por qué surgen las discusiones dentro de una pareja son multicausales. 

Depende de las personas que conformen el vínculo, de los motivos que incitan la discusión y de cómo se gestiona el problema. 

No obstante, aquí te brindo una serie de hechos que podrían actuar como detonantes de las discusiones: 

  • Diferencias en la percepción de un mismo hecho 
  • Falta de diálogo
  • Celos
  • Estilos pasivo-agresivos en la comunicación 
  • Problemas relacionados con la familia de tu pareja 
  • Factores externos como situaciones laborales estresantes, problemas económicos o de conciliación del tiempo
  • Expectativas no cumplidas 
  • Resentimientos acumulados y emociones reprimidas

Todos estos factores aumentan la vulnerabilidad para que se generen situaciones de tensión. La clave está en no focalizarse tanto en el problema, sino en cómo manejarlo. Esto es, aprender a desarrollar una comunicación asertiva para conseguir una resolución más funcional del conflicto.

¿Es normal discutir con tu pareja? 

Las discusiones ocasionales son comunes e incluso constructivas, ya que nos permiten entender el punto de vista de la otra persona y trabajar para llegar a una meta común. 
No obstante, las discusiones se tornan perniciosas dependiendo de su frecuencia e intensidad. Si cuando ocurren hay insultos, gritos, faltas de respeto, invalidación emocional o se rehuye del conflicto, son señales de que los patrones relacionales se están volviendo tóxicos.

Las palabras que hieren no se ven pero dejan cicatrices en el alma.

Normalmente, cuando no sabemos discutir, entramos en una escalada ascendente que no lleva a nada más que a perpetuar el conflicto, generando un importante desgaste psicológico en ambos miembros. 

Es por esto que es necesario contar con las herramientas adecuadas para detectar el punto de “no retorno”, saber frenar y aplicar “el tiempo fuera”. Esto es, saber cuando frenar, pedir un tiempo, irte de la situación y tratar de resolverla cuando las emociones se enfríen un poco. 

La escucha activa 

Podemos definir la escucha activa como la capacidad de prestar atención total a la persona que nos está hablando, sin interrupciones, ni distracciones. Se percibe a través de la formulación de preguntas, mostrando un interés real por parte de quien escucha. 

Esta habilidad es crucial en la resolución de conflictos porque si no escuchamos desde la empatía, no podremos saber de dónde viene el malestar de nuestra pareja o la causa del problema.

Expectativas y emociones 

Muchas veces, somos incapaces de comunicar correctamente lo que nos pasa. 

Podemos recurrir al silencio, a la distancia o a las malas caras, esperando que nuestra pareja actúe en consecuencia. Pero esto, lejos de encontrar una solución eficaz, tan solo empeora la situación. 

Tu pareja no tiene una bola de cristal para adivinar lo que te ocurre si no se lo has dicho, por lo tanto, si es una estrategia que utilizas con frecuencia, te invito a que la abandones y la sustituyas por otra más eficaz. Por ejemplo, en lugar de esperar a que actúe, puedes dar el primer paso comunicando qué es lo que te pasa desde el “yo”, no desde el “tú has hecho”.

Responder vs reaccionar

Cuando estamos enfadados es frecuente que nos domine la emoción y la ira. Por eso es importante saber detectar en qué nivel de enfado estamos. 

Si la discusión está dirigida por la reacción emocional, con muchas probabilidades desembocará en un problema mayor.

Por el contrario, si tomamos conciencia de nuestro estado emocional podremos responder desde la tranquilidad, aprendiendo a dirigir el conflicto desde la razón y no desde el sentimiento. 

Te invito a que la próxima vez que te encuentres en esta situación trates de aplicar la técnica de “corte de escalada”. Por ejemplo, cuando sientas que la discusión está subiendo de tono, pide posponer tratar el tema en un momento donde se pueda hablar desde la racionalidad. 

Recuerda que las etapas por las que pasa una pareja son como las estaciones, inevitables y cambiantes. Más allá de los desacuerdos, el reto está en encontrar una meta y un punto en común donde podáis sanar y crecer a la par. No se trata de evitar las tormentas, sino de aprender a bailar juntos bajo la lluvia.

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