¿Están abusando emocionalmente de mi?

El abuso emocional es sutil, pero destructivo. Se manifiesta en sarcasmo, desprecios y manipulaciones que minan tu autoestima y te hacen dudar de ti mismo.

El abuso emocional son los golpes en el alma o lo que es lo mismo, el maltrato psicológico o el desprecio psíquico continuado. Como no se ve, crea infinitas confusiones. Nos han enseñado que “Todo depende del contexto en que se dé”. Nadie duda de un puñetazo, pero si de un tono sarcástico, una ridiculización o un desprecio verbal: “Quizás he sacado las cosas de contexto”, “Bueno, todos discutimos alguna vez…”, “Tal vez yo también haya hecho algo para provocar todo esto…”.

Puede que tengas dudas de si se trata de una relación abusiva, pero lo que sí que tienes claro es que algo no funciona y, sobretodo, que te hace sentir muy mal.

Si los poros de tu piel ya han percibido que algo no fluye, que huele a toxicidad y que existe algo turbio en esa relación, ya sea con tu pareja, amante, amigo, compañero de trabajo o jefe, poner nombre a lo que está ocurriendo te ayudará a explicitar lo que está pasando, a detectarlo y a frenarlo.

Hoy te traigo un breve listado con los síntomas más frecuentes en una relación de abuso emocional para que salgas de dudas.

Te responsabiliza: “Tienes un problema, todo te lo tomas a mal”

La manera más común  que tiene esta persona de justificarse es la de hacerte creer que, a pesar del trato adecuado que te profesa, la manera en que lo recibes es hostil. Por lo tanto, el responsable eres tú por “Estar a la defensiva, ser demasiado sensible o sacarlo todo de contexto”. ¿Te suena?

Todos hemos tenido un mal día y nos hemos mostrado más irascibles que de costumbre, pero si reiteradamente sientes que esa persona te denigra, créeme, tienes muchos números de que sea cierto. Que te haga dudar de tu cordura es otro claro síntoma de manipulación psicológica.

Ante tal situación, solemos buscar a alguien externo que lo valore y nos dé la razón para reafirmar que tenemos derecho de sentirnos mal por ese trato. Pero lejos de buscar a un juez que “haga justicia” o de convencer al otro de su falta de respeto hacia ti mismo, deberías tener más que suficiente con lo que en estos momentos estás sintiendo. Recuerda, nadie puede poner en duda cómo te sientes: “Cuando tú me hablas así, me siento poco valorado”. Podrá explicarte que ese es su modo habitual de dirigirse a otros, que te ha hablado con un tono adecuado o que todo te lo tomas como un ataque”. Pero jamás de los jamases podrá dudar de cómo te estás sintiendo.

¿De verdad sigues necesitando que alguien confirme que ese trato no es justo? Basta con que a ti te genere malestar para tildarlo como tal. Tus emociones son la brújula que debería guiar las relaciones que estableces y, probablemente funcione mejor de lo que crees. No la subestimes.

Te compara con terceros: “Con nadie excepto contigo me ha ocurrido algo así”

De nuevo, vuelve a poner en duda tu idoneidad como persona. Si estáis frente a una relación tóxica y el único individuo que ha podido generarla en su vida eres tú, equivale a “El problema va contigo”.

Puede que te compare con parejas anteriores, con la manera de afrontar los problemas de otros o con la manera de ser de otros cuantos, pero el resultado es el mismo: “Tú no eres lo suficientemente bueno”.

Como tales comentarios se suelen dar entre el sarcasmo y la burla, las intenciones del mensaje todavía quedan más ocultas. De nuevo, se está allanando el terreno para que la ambigüedad en la comunicación te haga dudar de ti y de la manera en que recibes tales comentarios. Pero recuerda, eres humano y estás preparado para detectar el contenido no verbal: lo que no se dice, pero sí lo que se huele y palpa en el ambiente. Lo llevas de serie así que permite que tu habilidad haga su trabajo. Si duele, es que no es bueno para ti.

Su conducta es ambivalente: “Hoy te quiero, mañana no”

Lo adecuado consiste en poder prever la respuesta del otro dependiendo de la conducta que tú emitas. Pero, por incongruente que parezca, con este tipo de personas no gozas de esa previsibilidad lógica y sana que caracteriza a cualquier vínculo seguro. Un día haces A y eres maravilloso, pasado vuelves a hacer A y eres un inepto. Y te preguntas: “¿Entonces qué se supone que espera de mi?” Nunca lo sabrás.

El vínculo ambivalente destruye toda la lógica humana que habías construido a lo largo de los años y, lo peor, que en lugar de poner en duda el comportamiento del otro, muchas son las veces en que acabamos repasando nuestro histórico de conductas para asegurarnos que todo lo que hemos hecho era adecuado. Lo mismo ocurre con una máquina tragaperras. “¿Cómo puede ser que un día invierta 2€ y gane 100€ y otro invierta 2€ y pierda 80€?” En este caso, verás rápidamente que la respuesta de la máquina no tiene que ver con la tuya. ¿Te ocurre lo mismo con aquella persona? ¡Tremendamente adictivo!

Recuerda, los vínculos sanos son aquellos en que tenemos la certeza de que el otro permanecerá disponible afectivamente para nosotros dentro de unos márgenes más o menos estables de acción. Si aquella persona se vincula de forma ambivalente, no tiene que ver contigo sino con su historia. ¿De verdad vas a cargar con ella?

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¿HARTA DE DEJARTE LA PIEL EN TUS RELACIONES?

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