Señales de comportamiento pasivo agresivo en la pareja
El comportamiento pasivo agresivo es una de las formas más sutiles y, a la vez, más dañinas, de violencia emocional dentro de una relación de pareja. No se trata de gritos, insultos o discusiones abiertas, sino de un patrón silencioso, confuso y profundamente desconcertante que erosiona el vínculo poco a poco.
Cuando un miembro de la pareja adopta una actitud pasivo agresiva, expresa su enfado o frustración de manera indirecta: con el silencio, la ironía, el sarcasmo o el olvido “casual” de lo que el otro necesita. Este tipo de conductas dificultan la comunicación, generan resentimiento y acaban distorsionando la confianza emocional.
Comprender qué hay detrás de este tipo de comportamientos es clave para aprender a poner límites y no quedar atrapado en una relación donde el afecto y el castigo se mezclan constantemente.
¿Qué es ser pasivo agresivo?
Ser pasivo agresivo significa mostrar oposición, rabia o resentimiento de manera encubierta, sin confrontar directamente el conflicto. La persona evita el enfrentamiento, pero expresa su enfado de forma indirecta, con gestos, silencios o actitudes que generan malestar en el otro.
En una relación, el lenguaje pasivo agresivo se traduce en frases o comportamientos aparentemente inocentes, pero con una carga emocional negativa, como:
- “No estoy enfadado, pero haz lo que quieras.”
- “Tú siempre tienes razón.”
- “No pasa nada” (cuando claramente sí pasa).
El perfil pasivo agresivo suele mostrarse amable o conciliador, pero en el fondo utiliza la manipulación emocional como forma de mantener el control o evitar sentirse vulnerable.
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Causas detrás de los comportamientos pasivo agresivos
Detrás de un comportamiento pasivo agresivo no hay sólo mala intención, sino heridas no resueltas y mecanismos de defensa inconscientes. Algunas causas comunes son:
Miedo al conflicto. La persona aprendió que expresar enfado o frustración genera rechazo o castigo, por lo que evita el enfrentamiento directo.
Educación emocional deficiente. En muchos casos, durante la infancia no se enseñó a nombrar ni regular las emociones, especialmente la rabia o la tristeza.
Ambientes familiares controladores. Crecer con figuras autoritarias o emocionalmente inestables lleva a desarrollar estrategias de resistencia silenciosa.
Heridas de humillación o rechazo. La actitud pasivo-agresiva puede ser una manera de protegerse del miedo a ser invalidado o abandonado.
Rasgos narcisistas o de baja autoestima. En el narcisista pasivo-agresivo, este comportamiento se utiliza para manipular, culpar o debilitar emocionalmente al otro.
En resumen, el comportamiento pasivo agresivo no surge de la nada:
Es una forma aprendida de proteger el ego y mantener una falsa sensación de control ante el miedo al conflicto o al dolor emocional.
Señales de comportamientos pasivo-agresivos en la pareja
Detectar el comportamiento pasivo agresivo en la pareja puede ser complicado porque no se expresa de forma abierta. Sin embargo, hay señales que lo delatan:
Silencio prolongado o “castigo del hielo”. Deja de hablar o responder como forma de castigar.
Sarcasmo o ironía constante. Utiliza el humor como vía para expresar desprecio o frustración.
Olvidos frecuentes. “Se le olvida” hacer aquello que sabe que te importa o te duele que no cumpla.
Victimismo. Se muestra como la víctima para evitar asumir responsabilidad en los conflictos.
Negación de la rabia. Dice que “no está enfadado” mientras su lenguaje corporal y sus actos comunican lo contrario.
Cumplimiento aparente. Acepta algo con una sonrisa, pero luego sabotea el acuerdo de manera sutil.
Críticas disfrazadas de bromas. Usa comentarios ambiguos para desvalorizar o generar culpa.
Estas actitudes crean un clima de confusión y desgaste, donde la pareja nunca sabe qué esperar y acaba dudando de su propia percepción.
Ejemplos de conducta pasivo agresiva
Para comprender mejor este patrón, veamos algunos comentarios pasivo agresivos y ejemplos de comportamiento típicos en una relación:
Ejemplo 1: Dices algo que molesta a tu pareja y, en lugar de expresarlo, deja de hablarte durante días.
Ejemplo 2: Te promete acompañarte a un evento importante, pero “se le olvida” o llega tarde a propósito.
Ejemplo 3: Usa frases como “No pasa nada, estoy bien”, mientras su tono o actitud demuestran lo contrario.
Ejemplo 4: Te felicita con sarcasmo: “Qué bien, veo que tú sí tienes tiempo para tus cosas.”
Ejemplo 5: Acepta una decisión pero luego actúa con indiferencia o desinterés para hacerte sentir culpable.
En todos estos casos, la persona evita la confrontación directa, pero el mensaje de enfado o resentimiento sigue presente de forma implícita.
¿Un pasivo agresivo puede amar?
Sí, un pasivo agresivo puede amar, pero su forma de vincularse está condicionada por el miedo, la desconfianza y la falta de recursos emocionales. En la mayoría de los casos, no sabe cómo expresar el amor sin sentir que pierde poder o se expone demasiado.
El problema no está en la ausencia de sentimientos, sino en la dificultad para mostrarlos de manera sana y transparente. Su afecto se ve contaminado por el control, la manipulación y la necesidad inconsciente de protegerse del rechazo.
En terapia, el trabajo con una persona pasivo agresiva implica aprender a reconocer su rabia, ponerle palabras y asumir la responsabilidad de sus emociones sin proyectarlas sobre el otro. Solo desde ahí puede establecer vínculos más auténticos y menos defensivos.
Si estás en una relación con alguien así, es importante marcar límites claros y no entrar en su juego de silencios, culpa o sarcasmo. El cambio es posible, pero requiere conciencia, compromiso y, en la mayoría de los casos, acompañamiento terapéutico.
Conclusión
El comportamiento pasivo agresivo puede parecer inofensivo al principio, pero a largo plazo erosiona la intimidad y genera un clima de desconfianza emocional. Identificar estas dinámicas y comprender su origen es el primer paso para romper el patrón y construir relaciones más sinceras y equilibradas.
El amor maduro no se expresa a través del castigo silencioso ni del sarcasmo disfrazado de humor, sino a través de la comunicación asertiva, la empatía y la responsabilidad emocional.


