En consulta es cada vez más frecuente escuchar frases como: “No sé por qué reacciono así”, “Esto ya me pasó, pero no debería afectarme tanto”, o “Sé que no es para tanto, pero me desbordo”. Detrás de estas respuestas emocionales intensas y a menudo incomprensibles, suele esconderse un trauma psicológico.
Desde la terapia gestalt, la mirada sistémica y el enfoque centrado en trauma, entendemos que lo que duele no es solo lo que pasó, sino lo que quedó sin ser procesado, sentido y acompañado. Por eso es importante visibilizar qué es un trauma psicológico, cómo se manifiesta y cómo podemos tratarlo.
¿Qué es un trauma psicológico?
Un trauma psicológico es una herida emocional profunda producida por una experiencia abrumadora que supera nuestra capacidad de afrontamiento. No se trata únicamente del evento en sí, sino del efecto que tiene en nuestro sistema nervioso, cuerpo y mente.
Puede tratarse de un hecho puntual (como un accidente, una pérdida repentina o una agresión) o de una acumulación de experiencias prolongadas (como una infancia sin afecto, invalidación emocional o relaciones de pareja con dinámicas de abuso o control). En ambos casos, el trauma se instala cuando no podemos procesar lo vivido de forma segura.
Desde la terapia del trauma, entendemos que estas vivencias no se “superan” con el tiempo, sino que se quedan congeladas en el cuerpo, generando reacciones automáticas, defensas y síntomas.
Causas del trauma psicológico
Las causas del trauma son múltiples y pueden variar mucho de una persona a otra. Algunas de las más frecuentes son:
Situaciones de peligro físico o emocional: accidentes, catástrofes naturales, violencia o abusos.
Negligencia afectiva o falta de cuidados emocionales sostenidos en el tiempo.
Pérdidas importantes: muertes, separaciones traumáticas o abortos.
Relaciones significativas marcadas por el miedo, la culpa o la humillación.
Herencias transgeneracionales: traumas no resueltos en el sistema familiar que se transmiten inconscientemente.
Lo importante no es tanto lo que ocurrió, sino cómo fue vivido por la persona y si tuvo o no recursos y apoyo para sostenerse en ese momento.
Tipos de traumas psicológicos
Dentro del trabajo terapéutico, distinguimos diferentes tipos de traumas psicológicos:
1) Trauma tipo I (agudo)
Es el resultado de un evento puntual, inesperado y de alta intensidad (por ejemplo, un accidente o una agresión).
2) Trauma tipo II (complejo)
Proviene de una exposición repetida a situaciones dolorosas o negligentes, como el maltrato infantil o la violencia en la pareja.
3) Trauma relacional (vinculado a las heridas de infancia)
Causado por vínculos donde no fuimos vistos, sostenidos o respetados, y que afecta directamente la forma en que nos relacionamos con otros.
4) Trauma de desarrollo
Surge cuando las necesidades emocionales básicas no son cubiertas en etapas clave del crecimiento.
Comprender el tipo de trauma es fundamental para elegir el abordaje más adecuado y respetuoso para cada persona.
Síntomas de un trauma psicológico
Los síntomas de un trauma psicológico pueden ser físicos, emocionales y conductuales. Algunos de los más comunes son:
Hiperactivación del sistema nervioso: ansiedad, insomnio, sobresaltos, irritabilidad.
Congelamiento: apatía, desvitalización, disociación emocional, desconexión del cuerpo.
Problemas de vinculación: miedo al abandono, necesidad de control, dificultad para confiar o poner límites.
Respuestas desproporcionadas o repetitivas ante ciertos estímulos (revivir lo vivido como si volviera a ocurrir).
Sentimientos de vergüenza, culpa o baja autoestima sin una causa clara.
Trastornos físicos sin explicación médica clara (lo que llamamos somatizaciones).
Muchas veces, estos síntomas aparecen años después del evento y se confunden con “problemas de personalidad”, cuando en realidad son consecuencias de un trauma mental no resuelto.
Cómo tratar un trauma psicológico
Superar un trauma no consiste en olvidar lo ocurrido, sino en integrar esa experiencia dentro de nuestra narrativa vital sin que siga condicionando nuestras respuestas, decisiones o relaciones.
Un tratamiento efectivo requiere un espacio seguro, sostenido y con presencia terapéutica. Desde nuestro enfoque, trabajamos con:
1) Terapia gestalt
Ayuda a traer al presente lo que quedó inconcluso, dándole un lugar desde el cuerpo y la emoción.
2) Terapia sistémica
Explora cómo el trauma se relaciona con dinámicas familiares, lealtades invisibles y patrones relacionales repetidos.
3) Trabajo corporal y de regulación emocional
Es clave acompañar al cuerpo en su descarga emocional y en la restauración de la seguridad interna.
4) Terapias centradas en trauma como EMDR, Somatic Experiencing o IFS (Internal Family Systems)
Permiten trabajar con partes internas heridas desde un lugar compasivo.
El proceso de sanar un trauma psicológico implica volver a confiar en que es seguro habitar el cuerpo, el vínculo y la vida.
¿Es posible sanar un trauma?
Sí. Aunque muchas personas temen que el trauma las ha definido para siempre, la realidad es que la herida no tiene por qué convertirse en identidad. Con el acompañamiento adecuado, es posible reconstruir una relación más amable con uno mismo, con más amor propio, resignificar lo vivido y abrirse a nuevas formas de estar en el mundo.
Sanar un trauma psicológico es un proceso profundo, delicado, pero también transformador. A menudo, lo que aparece como una “ruptura” puede convertirse en el portal hacia una versión más auténtica, libre y compasiva de ti.
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