Somos psicólogas y mujeres que acompañamos a otras mujeres a que den rienda suelta a lo más bonito que una mujer puede tener:
Ser ella misma y sentirse valiosa.
Mi historia.
Soy Sandra Ferrer. Siempre he sido una mujer aparentemente autónoma. Los demás me solían ver fuerte y exitosa, cualidades que yo no sentía genuinamente dentro de mí. Y parecer exitosa y no sentirte así no es tener éxito. Es parecer algo que los demás premian y que tú, como necesitas esa validación constante, pretendes alcanzar. Y alimentar esa imagen de perfección y fortaleza, me servía para obtener todo lo que cualquier mujer necesita: amor.
Y desde ahí, no te extrañará que me sintiera atraída y escogiera a hombres inmaduros a los que tenía que convencer para que me dieran lo que quería. Obvio si mi manera de relacionarme era desde el esfuerzo y anteponiendo las necesidades de los demás a las mías.
Así como a personas con muy poca apertura emocional y profundidad. Pero, ¿cómo iba a pedir autenticidad si la primera que se escondía tras una coraza por miedo a que la descubrieran era yo?
Mi socio y hermano.
Él es mi hermano Albert, nos separan 16 meses. Y creo que nunca nos hemos separado más del tiempo en que él estuvo de Erasmus y es la persona a la que mejor conozco del planeta.
Cuando estaba gestando Mia y mis monstruos me hacían creer que mi proyecto no llegaría a ser real, él me decía “Si fuera fácil todos se atreverían”.
Él tenía un puesto acomodado y con gran proyección en una empresa. Pero no le fue suficiente y lo dejó, sin garantías y sin la aprobación de muchos.
Él la estructura, el orden y los números.
Yo la intuición, el corazón y la comunicación.
Ambos la intensidad (hay para rato), la pasión, la ilusión y las ganas de hacer que esto sea legendario llegando al corazón de cada una de las que pasáis por aquí.
Programa Mia, la marca.
Nadie me dijo al acabar la universidad que podría hablar de mis experiencias en vídeo tal y como le hablo a una amiga, ni crear esta obra en forma de empresa de psicología y que resolviera el problema que me había perseguido toda mi vida. Ni mucho menos que funcionara, se expandiera y que mujeres hechas y derechas, inteligentes y astutas conectaran fuerte con nuestro mensaje.
– “Voy a crear una terapia de grupo online para mujeres”.
La pandemia aún no había llegado.
– “¿Online? ¿En grupo? Eso no va a funcionar.”
También alguien le dijo a Henry Ford que nadie querría ir en coche teniendo caballos.
La motivación y las ganas de hacerlo posible derivaron en noches casi sin dormir. Le llaman pasión.
Y desde 2018 ya han pasado por nuestra terapia más de 1.000 mujeres, somos más de 40 profesionales que lo hacemos posible y siento que un año aquí equivale a cinco años de la vida “real”. ¿Y sabes lo mejor? Que esa obra la sigo esculpiendo cada día con todo lo que continúo experimentando como mujer para poder escribirte con tanta convicción estas palabras.
Porque quiero que vuelvas a ti.
MUJERES HAN LOGRADO SU CAMBIO CON NUESTRAS TERAPIAS
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