Te encuentras intentando explicar cómo te sientes, y en lugar de abrirse un espacio de entendimiento, sientes que todo acaba girando en tu contra. Acabas dudando de si fuiste tú quien exageró, si pediste demasiado o si, sin darte cuenta, fuiste la causa del malestar. Una discusión más, otro reproche
Tal vez llevas tiempo sintiendo que algo no va bien, que cada discusión termina con un dedo señalándote. ¿Por qué siempre soy yo la/el señalada/o? Explorar ese “por qué” no es perder el tiempo, es empezar a salir del bucle y recuperar tu voz dentro de la relación.
Responsabilidad afectiva en una relación
Crecer en pareja no significa que todo vaya sobre ruedas, sino que haya espacio para reconocer errores, escuchar al otro y hacerse cargo del efecto que tenemos en quien amamos. La responsabilidad afectiva en la pareja no implica perfección, sino conciencia: saber que lo que hacemos, decimos y hasta lo que callamos, construye o desgasta.
Cuando una persona no reconoce sus errores, está eludiendo esa responsabilidad. En lugar de mirar hacia adentro, proyecta hacia fuera: culpa, acusa, minimiza. Es como si llevara un espejo en lugar de un corazón dispuesto a escuchar.
Asumir errores no es una señal de debilidad, sino de madurez emocional. Quien puede reconocer su parte en una situación demuestra que confía en sí mismo lo suficiente como para no tener que defenderse a toda costa.
Problemas de ego y arrogancia en la pareja
Aceptar que nos hemos equivocado puede tocar fibras sensibles. El ego, mal gestionado, actúa como un escudo que impide asumir vulnerabilidad. A veces, el miedo a fallar, a no ser perfectos, a perder el control o a mostrarnos humanos, hace que levantemos barreras.
Cuando este ego se mezcla con una actitud arrogante, lo que emerge es la necesidad de tener siempre la razón.
Este tipo de dinámica puede ser agotadora para la pareja, ya que convierte cualquier desacuerdo en una batalla por ganar, no en una oportunidad para entenderse.
En algunos casos, esta forma de relacionarse puede venir de historias personales marcadas por la exigencia, la culpa o el miedo a no ser suficientes. No es excusa, pero sí una posible explicación. Comprender no significa justificar, pero sí puede ayudarte a ver el mapa emocional desde el que actúa tu pareja.
Aceptar las críticas
Uno de los grandes retos en la convivencia emocional es saber recibir una crítica sin convertirla en un ataque. No todo lo que duele es destructivo: a veces, una observación incómoda es el inicio de una conversación honesta.
Ahora bien, para que la crítica sea útil, debe venir desde el respeto, no desde la humillación. Y, sobre todo, debe encontrar en el otro un receptor dispuesto, no una pared que rebota todo lo que se le lanza.
Cuando tu pareja reacciona defendiéndose constantemente o echando cosas en cara, puede que esté en modo supervivencia. Pero la pareja no debería ser una trinchera. Es un lugar donde se aprende a decir “me equivoqué”, “gracias por decírmelo”, “no lo vi así, pero quiero entenderlo”.
La comunicación efectiva como pilar de la pareja
Si algo sostiene a una relación a largo plazo, es la capacidad de hablar con claridad, sin dañarse. La comunicación asertiva no consiste en hablar mucho, sino en saber cuándo callar, cómo escuchar y de qué forma expresar lo que sentimos sin atacar.
Frases como “me hiciste sentir mal” pueden activar defensas. En cambio, si decimos “cuando pasó esto, me sentí así”, estamos abriendo un canal para que el otro se acerque en lugar de cerrarse.
La clave está en hablar desde la vivencia personal, no desde el juicio. Y en buscar momentos adecuados para conversar, sin acumular reproches ni soltar críticas en caliente.
Consejos para tratar esta situación
Si sientes que estás en una relación donde tu pareja no acepta sus errores y tiende a culparte, aquí van algunas ideas que pueden ayudarte:
No asumas culpas que no te corresponden. Ser empático no significa absorber responsabilidades ajenas.
Exprésate desde el “yo”. Habla de cómo te sientes y de lo que necesitas, sin convertirlo en un juicio.
Pon límites claros. Si las discusiones se vuelven hirientes o repetitivas, marca hasta dónde estás dispuesto/a a llegar.
Observa si hay espacio para el cambio. ¿Tu pareja muestra disposición para reflexionar, aunque le cueste? ¿O siempre gira todo hacia ti?
Busca apoyo si lo necesitas. A veces hablar con un profesional puede ayudarte a poner orden en lo que sientes y en lo que deseas.
No normalices lo que te duele. Que una actitud sea habitual no significa que esté bien. La costumbre no legitima la falta de cuidado.
Estar en pareja no es fácil, pero tampoco debería ser un constante campo de batalla emocional. Si te preguntas por qué tu pareja no reconoce sus errores y siempre te culpa, es importante que te escuches. Porque mereces estar con alguien que, además de quererte, sepa responsabilizarse, crecer contigo y cuidar del vínculo que compartís. La terapia relacional puede ser un camino para sanar estas dinámicas.


