El duelo amoroso es un naufragio del alma, un eco profundo que retumba cuando perdemos aquello que nos daba razón de ser. Es la lucha muda entre el corazón y la mente que perdidos en la vastedad del vacío emocional, buscan reconstruirse entre las sombras de lo que ya no está.
Hemos de transitar el dolor de este viaje incierto que nos obliga a encontrar una nueva forma de vivir sin lo que una vez fue nuestro refugio.
El duelo se compone de ciertas etapas que reflejan cómo nuestra mente y emociones lidian con la pérdida y el sufrimiento. No obstante, bien es cierto que dichas fases no siguen una secuencia rígida y universal para todos.
El corazón, al igual que la mente, necesita su espacio para aceptar lo ocurrido. La ruptura se convierte en el terreno fértil donde hallamos una nueva forma de ser
¿QUÉ ENCONTRARÁS EN ESTE ARTÍCULO?
¿Cuánto dura un duelo amoroso?
Etapas del duelo amoroso en el hombre y en la mujer
¿Cuánto dura un duelo amoroso?
La respuesta no es simple. Su duración varía según las características individuales de cada persona. A pesar de estas diferencias, los estudios en neurociencia sugieren que un duelo amoroso puede durar entre seis meses y dos años.
Este proceso es esencial para que nuestro cerebro y emociones logren reconfigurarse frente a la nueva realidad marcada por la ausencia de la pareja. Es un camino de reajuste profundo tanto emocional como cognitivo, en el que todo nuestro ser se ha de reordenar.
A lo largo de esta etapa, experimentamos un tumulto emocional, un vaivén constante entre altos y bajos.
El paso por las distintas fases del duelo varía en velocidad y profundidad según varios factores, como la intensidad de la relación que hemos perdido, las estrategias personales para afrontar el dolor y el apoyo social disponible. Estos elementos modelan tanto la rapidez como la intensidad con la que cada individuo vive su duelo.
Etapas del duelo amoroso en el hombre y en la mujer
Los estudios sugieren que la manera en que hombres y mujeres transitan este proceso puede variar considerablemente, tanto en las expresión emocional cómo en el modo de hacer frente.
Para muchos hombres, la negación se convierte en una respuesta inicial ante el duelo debido a su tendencia a guardar para sí mismos el dolor. Este patrón se ve alimentado por las presiones sociales que exigen a los hombres mantener una imagen de control y resistencia emocional.
Un estudio de Lundqvist y su equipo muestra que en lugar de manifestar su tristeza, los hombres tienden a recurrir a conductas de evasión, como el exceso de trabajo o distracciones, eludiendo así la confrontación directa con su sufrimiento.
Las fases del duelo amoroso en el hombre suelen incluir:
Negación: la falta de aceptación de la ruptura es común. Los hombres pueden tener dificultades para lidiar con la realidad de la separación, creyendo que la relación podría resurgir.
Evasión: muchos hombres recurren a mecanismos de defensa como la distracción emocional. Esta evasión puede alargar la fase de adaptación.
Ira y frustración: la ira es una respuesta prominente. Se manifiesta en forma de rabia hacia la ex pareja o incluso hacia uno mismo, lo que refleja una incapacidad para procesar el dolor de la pérdida
Replanteamiento: con el transcurso del tiempo, comienzan a comprender la ruptura y el proceso de duelo. Este replanteamiento se acompaña de un reajuste cognitivo que facilita la aceptación de la nueva realidad.
Las mujeres, por otra parte, tendemos a ser más expresivas emocionalmente. Según el trabajo de Nolen-Hoeksema, las mujeres solemos compartir más abiertamente nuestros sentimientos con nuestro entorno, lo que puede facilitar el proceso de sanación.
No obstante, también somos propensas a rumiar las emociones asociadas con la ruptura, lo que puede alargar el duelo y hacerlo más pernicioso. En líneas generales, las etapas del duelo amoroso en la mujer pueden describirse como:
Negación y shock: experimentamos una fase de incredulidad tras la ruptura, especialmente si ésta finalizó de forma inesperada.
Culpa y autorreproche: podemos internalizar la ruptura y experimentar culpa, especialmente si quedaron asuntos no resueltos en la relación. Esta fase puede acompañarese de una crítica interna sobre lo que podríamos haber hecho para evitar el fin del vínculo
Tristeza profunda: de acuerdo con Gross, la expresión de la tristeza a través del llanto es una forma de procesamiento emocional que permite la liberación del estrés y promueve el proceso de curación
Recuperación: al pasar el tiempo, tendemos a integrar la experiencia y encontrar significado en la ruptura. Esto nos permite desarrollar resiliencia y madurez emocional, lo cual nos brinda fuerza para continuar y aprender de la experiencia
Fases de una ruptura y el proceso de sanación
En general, las fases del desamor y las rupturas amorosas siguen un proceso similar que podemos dividir en tres etapas:
La idealización de la relación, cuando tendemos a recordar lo mejor de lo que vivimos en pareja, minimizando los aspectos negativos. Esto permite un período de aceptación inicial menos abrupto, más suave.
Desidealización y duelo emocional, aquí comenzamos a observar la relación desde un prisma más objetivo, enfrentándonos a la tristeza y a la frustración por lo perdido.
Reajuste y crecimiento, cuando comenzamos a reconstruir nuestra identidad fuera de la relación. El proceso de sanación involucra un crecimiento personal, una mayor madurez emocional que puede abrir la puerta a nuevas oportunidades.
El duelo amoroso es un proceso profundamente humano que atraviesa una serie de fases emocionales complejas. Ya sea que lo vivan hombres o mujeres, el dolor no es una cuestión de sexo.
Lo importante es transitar estas fases desde la autocompasión, para así permitir que el dolor se convierta en una oportunidad de crecimiento personal.
La pérdida amorosa no solo se llora, se transforma como el carbón que en su dolorosa presión se convierte en diamante.
Como señala Rober Niemeyer, “el duelo no es un proceso lineal, sino uno en el que el sentido de pérdida se reconfigura a medida que reconstruimos nuestra identidad tras la ruptura”.