Terminar una relación nunca es un proceso lineal. Aunque al principio puedas sentir alivio, poco después pueden aparecer la tristeza, la nostalgia o incluso una aparente calma que más tarde se rompe con un fuerte bajón emocional. Estos altibajos son una de las experiencias más comunes tras una separación y pueden generar confusión, porque hacen sentir que no se está avanzando lo suficiente.
Los bajones después de una ruptura son totalmente normales, pero entender por qué ocurren y cómo gestionarlos, es clave para transitar este proceso y conseguir pasar página.
Si te interesa este tema, no te pierdas nuestro vídeo “BAJONES Post RUPTURA: Cómo Manejarlos”.
¿Qué son los bajones tras una ruptura?
Los bajones que ocurren después de una ruptura son momentos de tristeza o vacío. Pueden aparecer de forma más o menos repentina, e incluso pueden darse en un momento en el que parece que ya estabas bien. Además estas emociones suelen ir acompañadas de pensamientos negativos como “no voy a volver a encontrar a nadie” “no voy a volver a ser yo nunca”, etc.
Se trata de un fenómeno emocional normal dentro del proceso de duelo amoroso. No significa que estés retrocediendo o que no tengas la capacidad de sanar, sino que tu mente y tu cuerpo están intentando asimilar una pérdida importante. Estos bajones forman parte de la adaptación a la nueva realidad y, aunque resulten dolorosos, no son permanentes, con el tiempo tienden a disminuir en frecuencia e intensidad.
Subidas y bajadas emocionales: por qué ocurren
Sentir una montaña rusa de emociones tras la ruptura es común. Un día puedes levantarte muy bien pensando en tu nueva vida desde una perspectiva positiva y viendo las oportunidades que se abren, y al día siguiente volver a estar muy mal porque echas de menos a la otra persona, o porque dudas de esta nueva etapa. La pérdida de la pareja implica cambios profundos en rutinas, vínculos y expectativas de futuro, lo que genera una sensación de inestabilidad, especialmente si te preguntas cómo superar una ruptura estando enamorada.
Además, hay estímulos que no dependen de ti, como una canción, un lugar o incluso una palabra, que pueden disparar sentimientos intensos y llevarte de nuevo al dolor. También influyen factores biológicos. Durante una relación, el cerebro se acostumbra a la liberación de hormonas como la dopamina y la oxitocina, y tras la ruptura se experimenta un “bajón químico” que intensifica la sensación de vacío. Comprender este mecanismo ayuda a normalizar lo que se siente y a no confundir los altibajos con un retroceso real en el proceso de sanación.
Fases emocionales del duelo amoroso
Negación: Al inicio es frecuente no aceptar la ruptura. La mente se resiste a la idea de que la relación terminó y busca excusas para creer que todavía hay una posibilidad de reconciliación.
Ira: Cuando la realidad comienza a hacerse evidente, aparece la rabia. Se puede sentir enojo hacia la expareja, hacia uno mismo o incluso hacia las circunstancias que llevaron al final de la relación.
Negociación: En esta etapa surgen pensamientos de “qué habría pasado si…” o intentos de buscar contacto con la expareja para recuperar la relación. Es una fase de resistencia al cambio.
Tristeza o depresión: Llega el bajón más fuerte, marcado por la nostalgia, el vacío y la sensación de pérdida. Es un momento en el que predominan la apatía y el dolor emocional.
Aceptación: Con el tiempo, el dolor comienza a disminuir y se empieza a ver la ruptura como una oportunidad de aprendizaje y crecimiento. Aquí aparece la calma y la posibilidad real de seguir adelante.
Cómo lidiar con la tristeza inesperada
Los bajones emocionales después de una ruptura suelen aparecer sin previo aviso, incluso en momentos en los que parecía que ya habías avanzado. Esta tristeza inesperada puede desencadenarse por un pensamiento o recuerdo repentino que conecta con lo vivido en la relación. Lo importante es entender que no significa un retroceso real, sino una parte natural del proceso de duelo amoroso.
Para manejar estas emociones, es fundamental permitirse sentir sin juzgarse, reconocer la tristeza y darle un espacio sin dejar que tome el control absoluto. También resulta útil apoyarse en rutinas que aporten estabilidad, como el ejercicio físico, el contacto con personas de confianza o actividades que te reconecten con tu bienestar personal. De esta manera, la tristeza deja de ser una amenaza y se convierte en una señal de que estás sanando poco a poco, porque para pasar página y que la ruptura no quede enquistada, tendrás que atravesar el dolor y la tristeza que toda ruptura supone.
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Evitar recaídas emocionales
Tras una ruptura es normal sentir la tentación de volver a contactar con la expareja, revisar sus redes sociales o idealizar los momentos compartidos. Estas conductas, aunque parezcan inofensivas, suelen convertirse en un obstáculo para sanar y alimentan la dependencia emocional. Evitar las recaídas emocionales implica reconocer que el proceso de duelo no es lineal y que habrá días más difíciles que otros, pero que ceder a esos impulsos solo prolonga el dolor.
Para afrontar una ruptura y protegerte, es clave establecer límites claros: reducir o eliminar el contacto, evitar la exposición a recuerdos constantes y centrar la atención en proyectos propios que fortalezcan tu identidad fuera de la relación. Al hacerlo, poco a poco se recupera la sensación de control y se abre espacio para nuevas experiencias que aportan calma y motivación. Recordar que una recaída no significa fracaso, sino la oportunidad de reafirmar tu decisión de seguir adelante, ayuda a mantener el rumbo hacia la reconstrucción personal.


