“Estábamos tan bien… ¿cuándo empezó todo a torcerse?”. Si esta frase te suena, quédate a leer. Las relaciones de pareja, aunque puedan ser una fuente inmensa de amor, también nos confrontan con nuestras sombras, inseguridades y heridas más profundas. Y es que amar no es fácil, pero tampoco imposible.
En este artículo vamos a hablar sin tapujos sobre los problemas de pareja más comunes y cómo abordarlos desde la responsabilidad, el cariño y, sobre todo, con herramientas reales.
¿Es normal tener problemas de pareja?
Sí. Y no solo es normal: es inevitable. Imagínate que tú eres una persona que ha vivido sus propios inviernos emocionales, su familia, sus creencias, sus maneras de amar… y tu pareja, otra completamente distinta. Cada uno lleva su propia mochila, su propia historia. Y pretender que eso encaje sin fricción sería como intentar montar un mueble sin instrucciones ni herramientas.
Los problemas de pareja no son sinónimo de que el amor se haya acabado, sino señales de que algo necesita atención, como una alarma que suena cuando algo se desajusta. En este punto es importante recordar que no es el conflicto lo que deteriora la relación, sino la manera en que lo evitamos, lo negamos o lo resolvemos con el piloto automático encendido.
Etapas del ciclo del amor y sus complicaciones
El amor no es lineal. Las relaciones pasan por distintas etapas. A grandes rasgos, y de forma genérica (porque cada relación es un mundo), podemos hablar de las siguientes:
1) Enamoramiento: todo fluye, hay magia, piel, deseo y una sensación de haber encontrado “a la persona”. Las mariposas en el estómago son inevitables.
2) Consolidación: empiezan los primeros desacuerdos o conflictos, se desvanecen las idealizaciones. Poco a poco, la relación se consolida.
3) Profundización: aparecen temas más serios: convivencia, proyectos, heridas… ¿Somos compatibles?
4) Estabilidad (o estancamiento): la rutina puede traer paz o aburrimiento, depende de cómo se gestione. Y puede aparecer una sensación de estabilidad o de estancamiento.
5) Transformación (o ruptura): la relación evoluciona y madura o se rompe si no se reinventa.
Cada etapa tiene sus retos, y no todos los vínculos sobreviven a la transición de una fase a otra. Muchas veces, por ejemplo, las personas llegan a consulta diciendo “mi pareja me agota psicológicamente” cuando en realidad lo que está agotando es una dinámica que lleva mucho tiempo repitiéndose sin resolverse.
¿Cuándo empiezan los problemas de pareja?
Hay parejas que tropiezan desde el inicio, otras que se sienten invencibles durante años y de repente se desmoronan. Lo más frecuente es que los problemas de pareja más comunes surjan cuando aparece la convivencia, cuando llega un hijo o cuando uno de los dos empieza a cambiar.
Imagina que una pareja lleva años funcionando con roles muy marcados. Ella cuida, él trabaja sin parar. Un día ella decide retomar su independencia. ¿Qué pasa? Que el sistema tiembla. El equilibrio se rompe. Y entonces emergen discusiones, distancias y silencios que antes no estaban.
También es habitual que los problemas empiecen cuando uno de los dos calla durante demasiado tiempo. La ley del hielo en pareja puede convertirse en un mecanismo de protección emocional… pero también en una forma silenciosa de agresión.
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Los 5 problemas más comunes en las parejas
Vamos al grano. Aquí van los problemas de pareja más comunes, esos que veo cada semana en consulta, y cómo podemos empezar a resolverlos:
1) Comunicación que hiere o no comunica
No saber expresar lo que sentimos, hacerlo a gritos o esperar que el otro adivine. Un problema clásico.
- Ejemplo: “¿Estás bien?” “Sí.” (Con mirada de odio y el cuerpo completamente rígido).
- Solución: aprende a hablar desde ti. No es lo mismo decir “Eres un egoísta” que “Me sentí sola ayer cuando no volviste a casa a cenar”. Hablar desde la emoción, no desde el reproche.
2) Desequilibrio en las responsabilidades emocionales
La responsabilidad afectiva en la pareja implica tener en cuenta cómo afectan nuestras acciones al otro. No se trata de cargar con el otro, sino de no hacer como si no pasara nada cuando sabes que algo duele.
- Ejemplo: ignorar constantemente lo que tu pareja necesita emocionalmente porque “tú no eres así”.
- Solución: abrir espacio al otro sin renunciar a uno mismo. Pregúntate: “¿Estoy escuchando para comprender o para defenderme?”.
3) Diferencias en el deseo o en la forma de vincularse
Uno quiere más contacto, el otro más espacio (ya sea a nivel afectivo o sexual). Uno expresa con palabras, el otro con actos.
- Ejemplo: uno se siente rechazado sexualmente y el otro presionado.
- Solución: hablar del deseo sin tabúes. Entender los lenguajes del amor de cada uno. El deseo cambia con el tiempo, y eso no tiene por qué ser un problema si se aborda con honestidad.
4) Falta de proyectos compartidos (o incompatibilidad)
Cuando cada uno vive en su mundo, el “nosotros” se difumina. Uno quiere una cosa y el otro otra, y son cosas incompatibles. No lográis definir un plan de vida común, un proyecto futuro de los dos, tangible, posible y real.
- Ejemplo: él solo piensa en crecer profesionalmente, ella en mudarse al campo, pero no hablan nunca del futuro.
- Solución: revisar si hay una dirección común. No hace falta tener el mismo sueño, pero sí saber si hay un lugar donde ambos podáis encontraros.
5) Gestión destructiva del conflicto
Emerge un conflicto que conviene abordar y aparecen gritos, silencios eternos, desprecio… Este es el tipo de dinámica que más desgasta a la pareja. Y lo peor es que suele normalizarse si no ponemos atención, repitiéndose como un bucle si no se trabaja.
- Ejemplo: discutir por lo mismo una y otra vez y terminar con uno durmiendo en el sofá.
- Solución: romper el patrón. A veces hay que dejar de hablar para escuchar, y otras veces hay que hablar por primera vez lo que nunca se dijo. Pedir ayuda profesional también es una forma de amor.
A veces sí hay amor pero falta esto
Los problemas de pareja más comunes no siempre aparecen porque “ya no hay amor”, sino porque el amor no se cuida, no se actualiza, no se transforma. Si te estás preguntando cómo solucionar problemas de pareja, empieza por dejar de buscar culpables y empezar a buscar corresponsables.
Y si te reconoces en alguno de estos ejemplos, te lanzo una pregunta: ¿Qué necesita tu relación de ti ahora, que no le estás dando? A veces no es el fin de una relación de pareja, sino el principio de una nueva forma de vincularse. Y otras veces, sí, es el final. Pero incluso eso, cuando se hace con respeto, puede ser sanador.
Recuerda: pide ayuda si la necesitas. Y si estás leyendo esto porque algo dentro de ti se mueve, quizás sea el momento de hacerlo.


